Veníamos cuatro caminando con un tambor al hombro llegando a mi casa, todo esto después de hacer un callejero con el Klan en El Refugio, lugar donde comenzamos a tocar hace cinco años.
Un colectivero toco la bocina y paro en la esquina, bajo el vidrio y agradecido dijo: Muy lindo lo que hicieron, yo soy de ahí y los vi, lindas tus palabras y maravilloso lo que hacen y como dijiste, ahí nunca nos han molestado… muchas gracias, son tremendos!!! Sonreí cómo siempre, levanté el pulgar y con el nudo en la garganta por el cariño dije: Ya pronto nos veremos en la calle… Gracias!